Llegue a
un acuerdo con la expositora (Gloria Rabassa) y mandó una profesora durante un
mes (dos días a la semana intensivos) a un grupo de novatas pero muy
ilusionadas en aprender, y empezamos a sacar modelos de algunas páginas de
Internet. Descubrí que se pueden hacer infinidad de cosas, no solo colchas,
sino también mantas, cojines, bolsos, tapices, accesorios de cocina, baño,
etc,etc.
Desde
entonces no he parado de hacer cosas, pero eso sí en plan “colono”, o sea,
haciendo yo misma las plantillas con cartón, sin cutter, sin revistas y ahora
con internet (afortunadamente)-
En
definitiva estoy enganchadísima, yo diría que a veces hasta obsesiva con el tema (no he
terminado una labor y ya estoy pensando en la siguiente)
Mi
comienzo fue una manta para mi hija, marido, madre y después a todos mis
sobrinos y sus hijos; también para las amigas de mi hija y ahora sobre todo
para mi preciosa nieta Ariadna (muñecos, camisetas)
Hace
tiempo leí esta frase y me dio que pensar, pensé en mi hija que ahora es madre,
pensé en mi nieta, y también en mi madre y mis tías (de ellas heredé la afición
a las manualidades), y sobre todo pensé en una especie de hilo invisible que une
las distintas generaciones a través del tiempo, pensé también lo que sentiría
si tuviese la oportunidad de tener en mis manos una pieza patchwork realizada
por alguna de las mujeres de mi familia que me han precedido, y sabiendo que
esas labores se tejen con hilos de amor, paciencia y se enredan con
pensamientos, problemas cotidianos, pensamientos alegres y alguna vez tristes,
y deseé que alguien, alguna vez tuviese en sus manos una de esa labores que
tejiendo amor, paciencia, sueños e imaginación hago ahora. Y comprendí que esto
del patchwork no es solo una afición más, comprendí que esto puede ser un
legado.
Un
cariñoso saludo a todos los hombres que siguen esta técnica.
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